Sevilla
duerme la siesta
duerme la siesta
Sevilla
duerme la siesta
duerme la siesta
arrullada
por su duende;
por su duende;
el río
Guadalquivir,
Guadalquivir,
con el agua
de mil fuentes,
de mil fuentes,
canta,
bajito, una nana,
bajito, una nana,
a su paso
por los puentes.
por los puentes.
Los chopos,
en la arboleda,
en la arboleda,
como un
escuadrón al frente,
escuadrón al frente,
murmuran
palabras necias,
palabras necias,
disconformes
con su suerte.
con su suerte.
Allí, en las
copas más altas,
copas más altas,
con lenguaje
balbuciente,
balbuciente,
el viento
deja un susurro
deja un susurro
en las hojas
blanquiverdes.
blanquiverdes.
Y en las
orillas del río,
orillas del río,
forma espuma
la corriente,
la corriente,
diciendo
adiós a las aguas
adiós a las aguas
que caminan
lentamente.
lentamente.
Dos
ruiseñores noveles,
ruiseñores noveles,
junto al
río, y frente a frente,
río, y frente a frente,
ponen música
a la letra,
a la letra,
y orquestan
todo el ambiente.
todo el ambiente.
La luna
saldrá más tarde,
saldrá más tarde,
con luceros
por pendientes.
por pendientes.
Las
estrellas saldrán tarde,
estrellas saldrán tarde,
cuando se
acueste la gente,
acueste la gente,
soñando con
otro cielo
otro cielo
que no sea
azul celeste,
azul celeste,
envidiosas
porque el río
porque el río
lleva plata
en su corriente.
en su corriente.
La noche se
hará tan densa,
hará tan densa,
como el
crespón de la muerte,
crespón de la muerte,
e irá
acallando los ruidos,
acallando los ruidos,
dejándolo
todo inerte.
todo inerte.
Sólo el río
seguirá,
seguirá,
cantando
bajo los puentes,
bajo los puentes,
su nana de
cada noche,
cada noche,
hasta que
el día despierte.
el día despierte.